Recuerdo una joven yegua
dormitando la siesta en pie,
debajo de la fresca sombra
de la tapia del cementerio.
Y recuerdo yo haberla visto
al volverme con el agua sana
del almacén de Don Cipriano.
Recuerdo a la dormida yegua
fija como sombra del verano,
con su equilibrio suspendido
pero con la tupida crin volada
y con su bosta entre las patas.
Y recuerdo que al tropezarme
yo la sobresalté y se encabritó,
hasta que la soga le puso freno.
Recuerdo eso y mucho más.
Dibujo y verso:
Alfredo Benavidez Bedoya
