jueves, 17 de julio de 2014

Las penas a los árboles se suben.


Al estar ya padecidas, las penas a los árboles se suben y en los dulces frutos su agrio ser destilan. El hombre al comer esos frutos vuelve a destilar lo agrio de lo dulce, para obtener ese agrio necesario para las penas a soportar, en cualquier destino que le toque. No hay más que tres actitudes ante la vida: la del loco, que es un mero insano, la del tonto que es un sano en vano y la del sano, que es de ambos el censor. Hay que ser feliz en la vida, a pesar de ser ella una mera cicatriz. La Historia se escribe con muchas cicatrices, como las que los árboles sufren de nuestra mano en su tronco.
Acuarela y texto: Alfredo Benavidez Bedoya.
Medidas: 27 cm x 36 cm. Papel de 300 gramos.