Timor mortis conturbat
me. El temor a la muerte me perturba. Carpe diem, vivir el día a
día.
La noche del nunca más
será de día.
La hamaca parece moverse sola
el árbol la mece como
enojado.
El viento eriza. La planta
suspira.
El farol ilumina poco y la
luz baila.
La tormenta muestra su
cuerno,
su lamento, su ira, su
poderío.
Aparece el agua en manada
caída
y ya todo se agita y parece
volar.
Las luces parpadean de susto
y los perros se enrollan
debajo.
El trueno no nos pide permiso
y el rayo nos dibuja su roja
señal.
La tormenta expulsa sus
alaridos,
ruidos nuevos de bronco
registro
que ninguna memoria
recordará.
El aire loco corre bajo las
puertas
y nos señala que ésta es la
noche,
la noche del nunca más será
de día.
Autor del grabado y del
poema: Alfredo Benavidez Bedoya