El dolor expira
al compás nuestro.
El dolor vive en el pecho
en el sótano del pecho
y mira hacia dentro suyo.
El dolor a veces duerme
y se achica y no se siente.
Al dolor el doler le cansa
por eso se duerme pero,
al despertar duele mucho.
Duele mucho
al aparecerse de pronto,
al saber que sigue dentro
y que no se va.
Que sólo duerme.
Y al despertar a su tamaño
duele y empieza a expirar
al compás nuestro.
El placer aspira
al compás nuestro
vive en todo el cuerpo
pero mira hacia afuera
al asomarse al balcón
y al aceptar lo ofrecido.
Al placer le gusta gozar
y no quiere parar nunca
siempre desea algo más
se vuelve dolor al desear
solamente gozar al vivir.
Disfrutar sin dolor es vano.
Uno lo denomina al otro
juntos expiran y aspiran.
El placer aspira
El dolor expira
al compás nuestro.
Dibujo sobre hoja escolar y poema:
Alfredo Benavidez Bedoya