lunes, 23 de mayo de 2011

El asesinato del Gordo Coca-Cola.











Las escenas nocturnas.
Lo predilecto. Lo inesperado. Aquello más deseado. Lo prohibido.
Aquello desde donde ya fuimos otros. Lo que ama quién no me ama
y lo que ninguno ama. Aquél pobre que nunca supo que de noche
la escena era otra y que lo podían amar con asco. Lo ilegal.
Aquello que hecho, es pasible de derecho. Lo no imaginado.
Las escenas nocturnas donde no fuimos invitados y donde
podrían matarnos. Todo lo que de noche atrae brillando.
La policía luminosa y las brasas de los fumadores. La luna.
El sexo para la ocasión y de tarifa muy cotizada. Esos labios.
La belleza en penumbra mentirosa. El dibujo de las piernas.
Las escenas nocturnas del anciano teatro taciturno. Ese beso.
Y por fin, el asesinato del gordo Coca-Cola. Gordo inmundo.
Por fin te la clavaron a la muerte para que con vos se quede.
Gordo patotero, abusador, sangriento, ladrón y rata loca.
Tu reloj se rompió cuando el garfio entró en tu fofa panza,
y el puñal, penetrar tu dolor pudo. Todos huyen de tu grito.
Tu lamento, alarido y lágrima son piedras grises hundiéndose
en silencio pío y en lentitud extrema en el nocturno mar.
Gordo Coca-Cola,
por fin pude poner tu muerte, en un grabado y en un poema,
tu muerte entró en ambos y ya de ninguno nunca podrá salir.
Verso y grabado: bb
Mi obra gráfica es en realidad un dispositivo poético,
que deberé revisitar para darle voz y cintura de canción.
bb