jueves, 1 de diciembre de 2011

Teoría de la Siesta con Mujer ajena.





En las tardes verticales y calurosas,
esas que nos vuelven atletas veteranos,
puedo recitar el álgebra más hermético,
menos necesario y más inapropiado.
En esas horas que nadan en aceite,
puedo recordar la primera luna vista.
Pero olvidar sin remedio
el nombre de mi perro.
En ese lugar elástico donde mi cuerpo ondula
puede la sombra seducir y copular conmigo.
Pero mis negros y silenciosos zapatos,
ellos, deberían obedecer mis caprichos.
En cambio, esos guantes encordados
que amontonan mis dedos en la punta,
se esconden en el rincón más obscuro
de mi adúltero y misterioso dormitorio.
Es en ese momento en que caminar no puedo
cuando imagino navegar en los pliegues
abdominales de la Mujer Ajena
que duerme la Siesta a mi lado.

Cuando Ella decide acercarse,
las chispas incandescentes
que sus pasos encienden
saltan desordenadamente,
hasta que los pájaros
las devoran en vuelos
de muy certero calibre.
Solamente Ella con su melodía
de complicidad y con su geometría,
puede darme el placer culpable,
que dada su segura penitencia
impactará multiplicando su eco.
La Mujer Ajena con su presencia
secreta y socialmente inapropiada,
produce el método y el modo
para que la relación sea cómplice.
La Mujer Ajena se instala
en la ausencia necesaria.
Necesaria para poder insistir
con lo secreto inapropiado
y evitar la clausura segura.
Que llegará al hacerse patente
que la ausencia necesaria es,
en realidad,
una presencia imprescindible.
Es, por lo relatado,
difícil decir enamorado,
que uno está realmente
con la Mujer Ajena, o decir,
que para seguir uno estando
debe saber que nunca estuvo
ni estará, con Ella copulando.
Teoría y grabado:
bb
Mi obra gráfica es en realidad un dispositivo poético,
que deberé revisitar para darle voz y cintura de canción.