viernes, 15 de junio de 2012

Observaciones sobre el perro.

El perro protege a quién lo protege. Es parásito que recibe comida de quién protege. El afecto con el amo es hipnosis amorosa entre especies. Una hospitalaria y la otra parasitaria. Pero el Hambre siempre será la excusa para comerse al amo o al parásito. El perro sirve para que el afecto circule mejor dentro de una familia en conflicto. Y el perro es también factor de defensa en sociedades en conflicto. El perro de guerra era parte del ejército, el perro de guerra de Alvar Nuño Cabeza de Vaca recibía un sueldo de oficial, que su amo lo transformó en un collar de oro y el can lo lucía persiguiendo indios desnudos en la Península de la Florida. El perro mea que te mea porque su olfato es supremo y sus ojos defectuosos. Mea que te mea el mapa del olor del deseado, del odiado y del temido. Con el perro todos somos racistas, si la raza que nos gusta y tiene nombre Euro o Dólar. O nombre político correcto, si nos gusta el “Perro de la calle”, que sería una raza indeterminada, mestiza, criolla, algo rusa, algo alemana, o algo más; que al ser raza colectiva y por lo tanto, colectivista, es una raza machaza y socialista. El perro come las uñas del amo cuando saltan por efecto del alicate, las come para incorporar el ADN del amo al suyo. Por eso también goza con las medias del amo y con su ropa interior, plenas de fragancias salvajes, que rememoran sus fiestas pasadas, cuando eran lobos y lobas en praderas llenas de ovejas putas y masoquistas. Los perros al salir a la calle con una correa desean su geometría hacia adelante, porque en realidad quieren huir del amo. El perro debería sentarse fijo en la vereda y no ir a ningún lado y evitar así multiplicar su esclavitud geométrica. Pero sería un suicidio por la circulación municipal en vigencia. Resulta que el perro tiene un mapa genético y racista muy preciso. El perro sale a la vereda por delante, por la puerta de adelante, por donde todos los perros que consiguieron superar el laberinto del plano catastral, nos vomitan sus ladridos inútiles. El perro reconoce especies comunes de acople imposible, visita razas genocidas y otras permisivas, todo dentro un esquema geométrico de difícil representación salvo bajo la forma del Laberinto. Y el Laberinto es una forma de controlar la Bestia, que sólo sale con correa puesta, a ladrar a las otras que se asoman a final de sus laberintos particulares. bb