miércoles, 1 de agosto de 2012

Protocolo para la huída.

Protocolo para nuestra huída necesaria al momento de ser la protagonista en este mundo, otra Especie excluyente como la nuestra. Abandonen armados, para debilitar al depredador, primero a los ancianos y a los enfermos, llevando en la huída solamente a aquellos que por sus conocimientos sean necesarios. Luego abandonen a las mujeres que no parirán ya jamás, déjenlas con sus hijos para su defensa, porque éstos no podrán superar el dolor de haber sido cómplices de su abandono. Si acaso sigue siendo necesario, y es posible, abandonen a los hombres grandes que ya familia no establecerán, y de comprender ellos la situación, exijan su sacrificio para facilitar la huída del resto. De los niños seleccionen aquellos que demuestren fuerza, valor o inteligencia, sean niñas o niños las y además, en los dos casos, las virtudes físicas que se sugieran en sus cuerpos, para mejor reproducir la Especie, seleccionen y protejan a estos niños y abandonen a su suerte a los demás. Luego abandonen a los ancianos sabios que cargan porque a esta altura, sus conocimientos no han sido suficientes, para resolver la huída y el futuro del grupo. Más adelante y de volverse necesario, que cada hombre joven cargue con una niña y cada fuerte mujer con un niño, que no sean hijos propios, abandonando a los demás niños a sus fuerzas. Estas parejas deberán huir de a dos pero en distintas direcciones. Los niños que cargarán serán los vectores para la conservación de la Especie. Los hombres y mujeres jóvenes que sigan huyendo con estos vectores, deben comprender que en ellos está el futuro de la Especie y deben privilegiar la fuga de ellos, por sobre la suya propia. De ser estrictamente necesario, que el hombre con la niña se adelanten en la huída, entregando al otro vector, al depredador que insiste en la persecución. La mujer deberá esconder al niño y enfrentar, matar o distraer con su muerte, al que busca eliminar todo vestigio de nuestra Especie. El último hombre deberá hacer lo mismo, esconder a la niña y tratar de matar al depredador. Si éste resulta el vencedor, habrá que esperar que, milagrosamente, la pareja de niños abandonados a su suerte, se encuentre. Alfredo Benavidez Bedoya. bb