lunes, 23 de octubre de 2017

Hotel de amor.


“Deme la espejada de cama redonda”
Grabado sobre linóleo. Medidas: 30 cm x 41 cm. 2017.
Hotel de amor.
Los anteojos para sol.
Caramelos de mentol.
Perfumes miniatura.
El deseo no tiene cura.
El arte del disimular
ocultar olor y sabor
y la cara no mostrar.
Y en un hotel de amor
será la carnal intimidad
con los ruidos del tren
el pasador de seguridad
y con decorado rococó.
Gozarán la corta pasión
con alaridos de traición.
Para otra vez disimular
con anteojos para sol
caramelos de mentol
y perfumes miniatura.
Todo lo que le agrega
misterio a la aventura.
Salir rápido del hotel.
Despedida bien formal.
Y volverse esperando,
no tener que cumplir
con la otra intimidad.
Ya sin urgencia carnal
ni ganas de disimular.
Fecha del Poema: 2014.
Hotel Les Acacias en 1982.
Hotel prostibulario a orillas del gran Tren. Hotel de oportunidad, de negocios turbios, de adulterios culposos y de crímenes reiterados. A él fue a trabajar el autor, bien agradecido por conseguir así moneda fuerte, gracias a la Internacional Solidaria del Negro de la Bahía Blanca. Trabajo de conserje y sereno de 20 hs. du soir a 8 hs du matin y sin uniforme de Botones, dado que los únicos uniformes que entraban eran los de la Gendarmerie correctora. Hotel de putas y macrós, donde de un puntazo le abrieron la panza al Alain por salir a defender a una ramera muy putona. Hotel y Bar para venderles a los libaneses camionetas F- 100 robadas en Holanda y en cuyas cajas posteriores y ya en Beirut, montaban las metra pesadas para demoler la ciudad llena de enemigos. Hotel donde un diplomático de África Central gozaba a su bella Secretaria negresse y era su Guardaespalda quién figuraba en la ficha para la Gendarmerie. Hotel con borracho carbonizado en el quinto piso en invierno, incendio extinguido naturalmente al acabarse el oxígeno, a raíz del hermetismo espacial buscado para paliar el frío. Hotel con niña árabe de 16 años trabajando en la limpieza y que llorando confesó haber sido comprada para casarse, por un viejo panzón musulmán y almacenero. Hotel recibiendo el 23 de diciembre a la noche a varios vascos Etarras escondidos en la Europa profunda, que bajaban a Bruselas para tomar un tren que los llevaba a la Francia del Sur para pasar las navidades con la familia. Hotel donde los negros de a dos se juntaban para pagar una puta blanca y por una propina por ella recibida, se la ofrecían a los empleados. Hotel donde un travesti español buscado por la policía, dormía en las escaleras para no llenar la ficha de la Gendarmerie, al volver cargado de heroína desde Holanda y en viaje hacia la lejana Ibiza. Hotel destruido por los Holligans luego de un clásico futbolístico mal resuelto. Hotel que hospedaba al colombiano vacilador que contrabandeaba esmeraldas desde su país dentro de un encendedor de plástico y que también hospedaba a un argentino muy bien, que contrabandeaba prótesis de siliconas desde la Checoslovaquia antes de la Caída del Muro. Siliconas comunistas para las pequeñas tetas de las oligarcas argentinas, antes de la caída del Muro, of course. Un saludo al Tupa que habrá terminado Ministro, otro saludo a las mimosas, otro para los cordobeses kilomberos y otro para el Negro de la Bahía Blanca y para el Rayo Ciclista de Mar del Plata.
Fecha del texto: 2006. Corregido: 2014.
Autor del grabado, del texto y del poema: Alfredo Benavidez Bedoya.